Día 48
Una nueva semana, ya en marcha trabajando.
Ayer fue el día del paseo. Salí yo con los niños y bueno, gradualmente se fue convirtiendo en un momento agradable.
La sensación al bajar las escaleras y al salir al portal era de verdadera tensión. Creo que les dije más de 20 veces que no tocaran nada ni se acercaran a nadie. Íbamos tensos, sin saber muy bien qué hacer.
Cuando llegamos a la acera, no sabía por donde tirar. Y de repente empezó a fluir, empezaron a correr y yo detrás de ellos. Volví a mis miedos de siempre, que no se caigan, que paren cuando haya una entrada de garaje.
Nos acercamos ya al final del paseo al kiosko de siempre y ahí, una señora se apartaba de mi hija como si estuviera viendo la peste. Por supuesto estábamos respetando la norma de distancia y no íbamos a acercarnos a ella, pero no paraba de dar saltitos alejándose de mi hija y mirándola como si del ébola en persona se tratara.
Le dije que se tranquilizara, que mi hija no iba a acercarse a ella ni a tocarla ni nada de nada, pero lo que tendría que haberla dicho es que en vez de estar de paseo con su marido un domingo, lo que debería haber hecho es cumplir las normal y quedarse en casa, y así de paso nos ahorrábamos la mirada de mi hija atónita que no sabía lo que le pasaba a esa mujer.
En fin, pensemos que hay buena intención en todo y que el miedo hace que actuemos como no se debe en muchas ocasiones.
Vamos a por la semana.
Todo va a salir bien.